Una gran aventura de un fin de semana en Miami disfruntando el estilo de vida Porsche.
Recientemente fui a Miami a cubrir una actividad cuyo nombre ya de por sí sonaba muy atractivo: Porsche Miami Experience. “Miami” siempre suena bien, “Porsche” siempre suena aún mejor y los dos nombres juntos, unidos a la palabra “experience” es suficiente como para poner a uno a soñar.
Pues de eso mismo trató esta experiencia: de un fin de semana de ensueño en Miami, a bordo de dos modelos de Porsche.
La aventura comenzó tan pronto llegamos al aeropuerto de Miami. Allí, representantes de Porsche Latin America me recogieron junto a los otros colegas puertorriqueños con los que fui, en un Porsche 911 GTS Cabriolet y en el nuevo Panamera E-Hybrid. Agarramos los vehículos y de inmediato comenzó el Porsche Miami Experience; todo un fin de semana visitando lugares interesantes de la ciudad y muy buenos restaurantes.
Luego del aeropuerto, ni siquiera fuimos al hotel, el Mandarin Oriental Hotel, en Brickell Key. En vez, del aeropuerto nos fuimos de inmediato a manejar. Al hotel fuimos ya tarde, de noche.
El primer lugar que visitamos después del almuerzo fue el más impresionante de todo el viaje. De hecho, después de esto, era muy difícil quedar impresionado y precisamente, es un lugar que lleva el nombre de Porsche: el Porsche Design Tower, en el sector de Sunny Isle Beach. Es el edificio de apartamentos de 60 pisos que les mostré en mis redes sociales durante los días que estuve allá. Claro, ya algunos de ustedes estarán diciendo que Miami está repleto de edificios altos y sí, hasta los hay superiores en elevación. Pero el Porsche Design Tower tiene la gran peculiaridad de que los dueños pueden subir a sus apartamentos a bordo de sus autos. ¡Sí, my friends, en vez de dejar el carro a la intemperie o un estacionamiento multipisos (eso lo tienen todos los mortales), en el Porsche Desgin Tower uno maneja hacia un elevador que reconoce el vehículo y automáticamente sube directo al apartamento.
Algunas unidades tienen una habitación por separado, como un garaje en el que el auto queda aparte, pero en otros, uno puede estacionar dentro de la sala y así incluir al coche como parte de la decoración. Hey, ¿y a quién no le encantaría decorar su sala con un Porsche 911, un Carrera GT, un 959, o hasta con un 918 Spyder?
Como se imaginarán, vivir ahí no es barato. El apartamento más pequeño cuesta 5 millones de dólares. ¿Uno intermedio? $17 millones. Pero hay más, como un gran penthouse que es tan gigante, que le caben 11 vehículos. Es de cuatro pisos, tiene dos piscinas privadas, seis baños y medio, dos terrazas, dos balcones, dos cocinas y seis habitaciones. Bueno, es tan grande, que en total mide 20,000 pies cuadrados. Para que tengan una idea de cuán gigante es, un típico apartamento de clase media de tres habitaciones y dos baños, tiene más o menos mil pies cuadrados. O sea, ¡20 veces más grande que un apartamento promedio! Ese penthouse cuesta… ¡$36 millones!
Después del Porsche Design Tower fuimos al sector artístico de Wynwood donde imperan los murales, los restaurantes y las galerías.
Bueno, hasta fuimos a una galería en la que exhiben y venden guitarras antiguas y autos clásicos. ¡Tremenda combinación! All=tenían varios Porsches, como un espléndido 914 6. También había autos que valen una millonada como un Ferrari Testarossa del 1958, un Jaguar XK120 y un rarísimo Jaguar XKSS.
Uno de los días allá manejamos hasta Islamorada, en los cayos de la Florida y la pasamos fenomenal con los paisajes, la comida y por supuesto, manejando los Porsches. Y claro, le quité la capota al 911 GTS Cabriolet.
Por la noche, luego del largo viaje a los cayos, fuimos a South Beach para la cena. Fuimos al restaurante de comida española, Barceloneta. Su nombre es dual y es en honor a la playa llamada Barceloneta, en Barcelona, España, pero también honra al municipio puertorriqueño del mismo nombre. Y es que resulta que la dueña y chef de este restaurante, Juliana González, es boricua.
Con todo lo que comimos en Barceloneta, en los cayos y el día anterior, lo menos que uno se imaginaría es que el domingo, nuestro último día allí es que nos daríamos un desayuno gigante. Uno hubiera esperado algo liviano, pero no. Nuestros anfitriones nos llevaron al brunch del restaurante La Mar, en el mismo hotel en el que nos estábamos hospedando, el Mandarin Oriental, en Brickell Key. Fue un enorme festín de comida peruana. Creo que no volví a comer hasta al día siguiente de haber llegado a Puerto Rico.
Pues sí, el Porsche Miami Experience resultó ser una gran aventura de buena comida, lugares increíble, de pasarla bien con viejas y nuevas amistades… y manejando Porsches.
You must be logged in to post a comment.